Rita Candela. A orillas de la suerte

En el desolado Paso de Jiloca, donde el viento arrastra ecos de tiempos olvidados y la tierra parece guardar secretos enterrados hace siglos, algo inquietante se está gestando. Este paraje solitario del Oeste, lejos del bullicio y las certezas, es escenario de sucesos que escapan a la lógica, desdibujando los límites entre lo real y lo imposible.

Cada murmullo en la noche, cada mirada esquiva entre los pobladores, oculta una verdad más grande, una amenaza latente que se esconde justo bajo la superficie polvorienta. Aquí, donde la línea entre la verdad y la mentira es tan tenue como el aire seco que se respira, lo que parece seguro puede tornarse mortal en un instante.Tito Candela, conocido como Vince, es un viejo buscador de oro que, tras años errantes, ha hallado en Jiloca un aparente remanso de paz. Pero ese refugio pronto se ve alterado por los oscuros enigmas que rodean al lugar.

Lo acompaña Alma Stoker, una curandera con inclinaciones espiritistas y habilidades que generan tanto admiración como recelo. Su mera presencia agita las aguas del Paso, especialmente para Rita, sobrina de Vince, quien llega enviada por Horace, un mensajero enigmático con lazos familiares poco claros.La llegada de Rita marca un punto de inflexión. Su presencia desencadena una cadena de eventos extraños: susurros que emergen sin fuente aparente, objetos que desaparecen, conversaciones que se interrumpen como si alguien —o algo— escuchara. Pronto, Rita comienza a sospechar que detrás de la calma aparente se oculta una amenaza mucho más profunda.

La tensión crece con la aparición de Gus Stanton, un forastero de identidad incierta y actitud distante. Su comportamiento enigmático alimenta aún más la desconfianza de Rita y acentúa la atmósfera de secreto y sospecha que envuelve al Paso de Jiloca.

Esta no es una historia del Oeste cualquiera.Aquí, el western clásico —con su paisaje desolado, su lucha por la supervivencia y su sentido de justicia al margen de la ley— se entrelaza con un thriller psicológico. El verdadero duelo no ocurre al sol, sino en la mente y el corazón de quienes buscan la verdad… aunque esta pueda ser más peligrosa de lo que imaginan.